Esta novela tiene su propia historia. Por lo general, en mi trabajo narrativo me apoyo en esquemas y archivos auxiliares relacionados con los aspectos ambientales, caracterización de personajes, cronología y secuencia. Sobre esos cimientos es más productivo dejar correr la imaginación y dar carácter a lo propiamente novelesco. En este caso no fue así. Comencé a escribir sin intención de escribir una novela. La idea inicial fue un cuento para niños que improvisé para mis nietos. Me gustó y decidí ponerlo por escrito, en una extensión no mayor a tres cuartillas. El supuesto ogro se llamaba así: Mondargas. No sé. Me sonó bien. Al releer mi cuento y habida cuenta de los comentarios de mis nietos, me sentí tentado a profundizar un poco en esa figura mítica.. Mis pequeños coincidían en afirmar que Mondargas era un ogro solitario, respetuoso del entorno natural del bosque en que habitaba y muy amable y bondadoso con los niños. Como contraparte, fue apareciendo la actitud agresiva, temerosa y antagónica de los adultos del pueblo. Cazadores, leñadores y otras personas muy discriminatorias contra ese ser inofensivo. Sin.
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